¿Bueno, bonito y barato?

Cuando realizamos ciertas compras, muchas son las veces que, nos dejamos influenciar excesivamente por el precio y, sobre todo, cuando se trata de productos o servicios con cualidades intangibles o difíciles de apreciar.

En particular en el mundo de los seguros debemos tener en cuenta ciertos factores a la hora de escoger el producto que vamos a contratar, para evitar sorpresas mucho más desagradables que un yogur con mal sabor.

La mayoría de la población conoce bien los seguros de coche, pero ¿qué hay del resto?. Es decir, qué sucede por ejemplo con los seguros de viaje. Es muy importante cuando viajas fuera de Europa tener un seguro que nos cubra, principalmente, cualquier accidente o gasto sanitario en el extranjero. El problema es que, a veces, nos guiamos por el precio más barato y no consideramos que quizá la cobertura de gastos sanitarios sea muy baja. Lo ideal es una cobertura de gastos sanitarios ILIMITADA; y es que, 6.000€ parecen muchos pero, en países como Estados Unidos, pueden resultar insuficientes.

Destacan otros ejemplos como los seguros de accidentes o de vida. Las diferencias entre las tablas de riesgo o mortalidad que utilizan unas y otras compañías no son tan elevadas para ofrecer seguros a mitad de precio; sobre todo compañías pequeñas que, lógicamente, no tienen la misma capacidad a la hora de cubrir riesgos que las multinacionales. Esto quiere decir que, es probable que no estén incluyendo algún riesgo determinado.

Es cierto que, cuando sufrimos algún percance y no está incluido en el seguro o no nos lo cubre, nos sentimos engañados. Pero la realidad es bastante distinta. Las compañías aseguradoras no tratan de ocultar información a sus clientes; es más, todas las coberturas siempre quedan perfectamente especificadas en el contrato de seguro. Lo que ocurre es que, en ocasiones, presuponemos que todos los seguros deben cubrir las mismas coberturas y, por lo tanto, buscamos el precio más barato.

Sin embargo, el mundo de los seguros es flexible y cada compañía ofrece productos con características distintas. Dos seguros de dos compañías distintas pueden parecer iguales, pero suelen haber ciertos matices diferenciadores.

Cuando compramos un coche o un simple champú barato sabemos que estamos sacrificando calidad por precio. Sin embargo, en el caso de los seguros, tenemos dificultades en concebir en qué consiste esa bajada de calidad.

Conozco un caso en el que un constructor de la zona del levante español contrató un seguro para su obra muy barato, la mitad del precio medio que marcaba el mercado en ese momento. Cuando estaba en pleno proceso de construcción, hubo un periodo de lluvias muy fuerte y sufrió varios desperfectos en sus materiales. Al acudir a su aseguradora le respondieron que el seguro no cubría este tipo de incidentes.

El negocio asegurador es complejo y, a veces, algo enrevesado. Por ello es necesario saber muy bien qué cobertura queremos y leer todas las condiciones del seguro, las cuales estarán siempre en el contrato.

Es aconsejable observar el mercado y comparar las distintas compañías. Al fin y al cabo, el negocio asegurador es como cualquier otro, no es fácil encontrar un seguro bueno, bonito y barato.