¡Horror, hay reunión de vecinos! Seguro que hoy les sorprendes

Si las comunidades de vecinos son tan desastre, ¿no deberíamos eliminarlas de nuestra vida? Buena idea porque nos ahorraríamos tiempo y broncas, pero el hecho de  “súper-vivir” en el mismo edificio al que accedimos, en principio, libremente, nos convierte en cautivos de una comunidad: la de vecinos y/o propietarios con los que nos cruzamos tarde o temprano en la escalera, el ascensor, en los pasillos, los trasteros, la azotea, la caldera, el garaje, el jardín y la piscina… si es el caso.

Precisamente de estos espacios comunes quería hablar hoy. ¿Os habéis fijado? Todos esos rincones o lugares que acabo de citar –excepto la plaza de garaje y el trastero en sí mismos– son áreas “sin dueño” pero de las que todos reclamamos algo cuando nos afecta. Y no me refiero únicamente a los enclaves físicos, también pienso en los enseres que acogen: un coche una plaza de garaje, unos muebles en el trastero, unas bicicletas o material deportivo en los vestuarios, una maleta en el portal, una bolsa en el descansillo, un maletín en el ascensor… ¡Ay si le ocurre algo o desaparece alguno de estos objetos de nuestra propiedad entre las paredes de estos puntos sin dueño del edificio! Si somos inquilinos, el punto de mira enseguida apuntará al propietario del inmueble; los propietarios es más que probable que la culpa del incidente recaiga sobre el o los inquilinos.

Lo más gracioso es que en ambos casos acabarán viéndose las caras (o no) en las reuniones de vecinos y/o propietarios –he aquí parte del conflicto, los intereses contrapuestos de ambos perfiles– para limar (yo diría aserrar) diferencias y llegar a un acuerdo, aunque sea «el acuerdo de estar en desacuerdo». La fama de los encuentros entre vecinos es de lo peor, incluso podrían ser peor aún, entre otras cosas, porque creyeron que la vida sería de un intenso color rosa y que jamás de los jamases imaginaron que necesitarían seguros para el edificio que les acoge. Un inmueble del que se muestran de lo más desprendidos a la hora de invertir pero por el que gruñen como fieras cuando se trata de reclamar algo.

Añadamos también los locales comerciales que vienen a ser como anexos de las viviendas y, en consecuencia, con posibilidades de convertirse en causa y efecto simultáneamente de cualquier incidente que pueda ocurrir relacionado con su actividad comercial y la de los habitantes de las viviendas colindantes.

Aunque es bastante obvio enumero los riesgos de cualquier edificio sin asegurar: incendio, explosión, inundación, actos vandálicos, impactos, robos. Como siempre enseguida reaccionamos con «en mi casa no creo que suceda nada de eso”; lo pensamos o decimos en voz baja. La realidad es que ningún inmueble está exento de sufrir estas incidencias, u otras aún más temibles que están por inventarse.

Llegan ahora la buenas noticias, sobre todo si partimos de la base de que el hombre, aunque a veces un poco brutote, es un ser social, le gusta compartir con los demás lo que tiene aunque se trate de la misma pared que los separa. Como lo de vivir en comunidad viene de lejísimos, podemos decir sin miedo a equivocarnos que existen desde hace mucho tiempo pólizas a la medida de las comunidades de vecinos. La paradoja es que aunque son un clásico en el mundo de los seguros, hay muchas comunidades –presidente, secretario, tesorero y vocales…– que aún no se han enterado o, si lo supieron en algún momento, pensaron que mejor no decir nada no sea que haya que pagar algo. Entonces para cuando necesitan un seguro ya es tarde porque el estropicio ya está hecho.

Para evitar llegar a una situación límite la solución es simple: pedir diversas propuestas de pólizas, estudiarlas y suscribirlas. Comprendo perfectamente que ir a una reunión de la comunidad de vecinos con una o más propuesta de aseguradoras, es sinónimo de padecer pesadillas. Sin embargo, nada comparable con las que nos tocaría vivir si sucede cualquier accidente sin estar asegurado. ¡Ahí te quiero ver…! Entiéndeme bien –no lo deseo–, pero por lo mismo, te recomiendo contratar una póliza de estas características que, por otra parte ofrece ventajas que quizá desconozcas.

Por ejemplo, se puede contemplar la cláusula de «bonificación por no siniestralidad”, reclamación a copropietarios por impagos de gastos de comunidad o que la reparación de daños corra a cuenta de una sola compañía con las ventajas que conlleva. ¿Suena a música celestial? Pues existen pólizas así de interesantes, pero no me voy a alargar más porque lo que toca ahora mismo es que cada uno –cada comunidad– encuentre la póliza a su medida. No olvidemos que cada casa es un mundo… por ejemplo, ¿Sabías que existe la opción de ampliar la cobertura a las personas físicas que protegen los intereses del edificio, como es el caso de los presidentes de la comunidad o los administradores de fincas? Como lo oyes.

¿Sabes qué? Que esto de las reuniones de comunidades de vecinos empieza a ser tan interesante o más, que la final pasada del Mundial. Si te gusta el fútbol, claro.