La letra pequeña en los seguros… ¡asegúrese bien!

La reputación de la llamada letra pequeña de los contratos anda por los suelos. Esa denostada letruja contractual es motivo habitual de sospechas por parte de los clientes. Para no prejuzgarintenciones, deberíamos hacernos algunas preguntas previas que tal vez no cuenten con la esperada .respuesta correcta.. Incluso puede que no tengan explicación conocida hasta la fecha.

¿Por qué gran parte de la letra de los contratos es tan pequeña? Parece obvio que lo que se pretende es que ocupe poco espacio con el consiguiente ahorro de papel y de espacio en el archivo (un argumento muy ecológico, ¿no?). Sin embargo, es un enfoque que pierde valor desde que existe la firma y los archivos digitales (solución aún más respetuosa con el medio ambiente). No obstante reconozcamos que se trata de un argumento razonable. Por contraste, otros piensan que el tamaño de la tipografía influye de forma inversamente proporcional al índice de lectura: cuanto más reducida, menos lectores. Una razón también bastante evidente aunque esconde el sofisma de usar la consecuencia como una causa.

En fin, la pregunta del millón es si realmente se utilizan intencionadamente una tipografía tan pequeña para que se lea menos o no. La respuesta oficial es NO: admitir otra posibilidad .aunque sea durante unos breves segundos. es caerse con todo el equipo porque el sector seguros vive, en gran medida, de la confianza.

Aunque que la letra pequeña no fuera importante, sí sabemos que es imprescindible: sin ella, nada de nada. Lo que interesa es saber hasta qué punto nos merece la pena dedicar tiempo a leerla. La respuesta recomendada es Sí. ¿Por qué? Porque sí, porque es lo suyo, porque forma parte de la profesionalidad del comprador. porque así evitaremos sorpresas no deseadas.

Al leer esos densos párrafos de letritas en los contratos nos cualificamos como consumidores inteligentes:

  • 1. Explicación detallada de todas las coberturas que componen una póliza (robo, incendio, lunas, asistencia en viaje, etc…). ¿Obvio? Sí, claro, pero a veces no las aprovechamos por pura ignorancia.
  • 2. Aspectos distintos a las coberturas que vienen en una póliza, como es el concepto de valor a nuevo, siniestro total, bonificaciones, franquicias, conductor ocasional, etc.
  • 3. Saber, físicamente, de qué se compone una póliza, qué significa y qué debe poner en las condiciones particulares, evita el engaño, incluso el ‘autoengaño’ en el que caen algunos bienintencionados usuarios.


Podemos cuestionarnos el origen e inmovilismo de la letra pequeña, incluso cabe exigir que una redacción más comprensible para el usuario medio. Pero no conviene menospreciarla por negligencia o dejadez porque de su contenido depende la satisfacción del consumidor.

Otra cosa es que las compañías de seguros hagan sus deberes. ¿Sus deberes? Sí, porque quizá se puedan contemplar las condiciones de los seguros innovando en la forma de describirlas, en los soportes utilizados o, sencillamente, mejorando el diseño de los impresos.

Conclusión: si vas a asegurar algo, empieza por asegurarte de qué va la letra pequeña.