Porque el envío (casi) perfecto no existe…

Los seguros existen porque existen los riesgos. ¿Pero qué pasa si elimino los riesgos? Evidentemente no habría compañías de seguros. Ya sabemos que es imposible garantizar que nunca pase nada, motivo que justifica la contratación de pólizas pues se supone que compensa las expectativas creadas entre los clientes.

Todo esto viene a cuento porque hace un mes realicé una mudanza y se me ocurrió mandar por mensajería unas cajas con carpetas y libros. Sólo me preocupé para ahorrar del peso y volumen. Más o menos lo que aprendidmos por experiencia propia o ajena de las líneas aéreas –especialmente las low cost– que si no te andas con cuidado, el vuelo te sale más caro que viajar en preferente, y encima sin menú a bordo.

Una vez en la oficina de la empresa de mensajería y cuando creí que ya tenía mi presupuesto cerrado, me dijeron que debía añadir el seguro: “¿El seguro? ¿qué seguro?”, les pregunté. “No suele pasar nada pero podrían perderse las cajas… hundirse el barco (era un envío marítimo)… nunca se sabe”. “¿De cuánto estamos hablando?”, les repliqué. “De lo que usted quiera, todo depende del valor que le quiera dar a esas carpetas y libros”. Entendí enseguida que los bienes materiales –joyas, máquinas y aparatos, ropa…– son relativamente fáciles de tasar; tan sencillo como averiguar qué pagaría el mercado de segunda mano por ellos. Pero los objetos con un valor intelectual o emocional, aspectos que van más allá de la materialidad del tamaño, peso y volumen, no me resultaban tan fáciles de calcular. Ingenuamente pregunté por las tarifas.

Ahí empezó mi calvario ya que el precio lo pone el cliente que es quien mejor sabe lo que le “dolerá” si sus pertenencias no llegan o llegan tarde y/o mal. Si nunca tuviste que calcular el riesgo de una incidencia de este tipo, más vale que vayas entrenándote aunque sea con casos ficticios. El dilema es difícil de resolver: ¡quién tuviera a mano esas maravillosas (y elevadas) tarifas a las que nos tienen acostumbrados! Al final tuve que decidir por pura corazonada.

La primera lección de esta experiencia es que un envío cuesta la suma de la distancia más el peso/volumen, el tiempos (urgente o no)… pero sobre todo el riesgo de que el envío no llegue al destino, se entregue a destiempo o deteriorado. Obviamente estas circunstancias son la causa de por qué conviene contratar un seguro. Lógico para un blog de seguros.

Pues por muy “de cajón” que nos parezca todo lo anterior, llegan ahora innovadoras alternativas que conviene conocer para no desconcertarse demasiado. He decidido bautizar a estas opciones como el “seguro no-seguro gratuito” o que no se paga porque va incluido en la tarifa del servicio. Calma: a mí también me resultó arduo comprenderlo a la primera pero tiene su lógica. A ver si logro explicarme.

El “seguro no-seguro gratuito” consiste en que la indemnización, en caso de pérdida o deterioro, viene preestablecida en el mismo servicio. ¿Cómo funciona este sistema sin levantar sospechas y desconfianzas? La clave es tan sencilla como obvia: se trata de trabajar bien. La empresa de mensajería reflexiona sí: elige cuidar esmeradamente para “asegurar al máximo” el envío que se trate: paquetes, entrega de maletas en un viaje, traslado de objetos en pequeñas mudanzas, envíos a familiares o a empresas. Cuida con gran empeño cada paso del proceso: embalaje, etiquetaje y tracking, almacenaje, manipulado, entrega…

¿Y bien? Se sabe por demostración estadística que los “envíos imperfectos” son mínimos, así que bastaría con ofrecer una tarifa de indemnizaciones para cuando se produzcan las incidencias. Por ejemplo, el cliente registrado recibiría una indemnización de 200€ por bulto; los no registrados 100€ aportando una Declaración Jurada detallando el producto siniestrado. No es aplicable a artículos u objetos prohibidos o a destinos que sean países política y socialmente inestables que son desaconsejados por el Ministerio de Exteriores.

Ahora que ya sabes algo más sobre seguros y no-seguros para envíos, no tienes excusa para no informarte bien. Además, ¿sabías que las mudanzas, traslados y envíos son uno de los factores que provocan mayor estrés? Pues lo son. Elijas la fórmula que elijas estoy seguro de que a partir de hoy irás por la vida con más sosiego, los seguros mejoran tu calidad de vida… lo que pasa es que hasta ahora no te lo habías planteado.