El coche eléctrico contamina más de lo que se cree

En un momento en que todas las compañías están apostando por la sostenibilidad del coche eléctrico, cabe aclarar que no está claro que su función sea tan beneficiosa para el medio ambiente.

Según apunta El País, no basta con calcular las emisiones que generan los motores cuando están en marcha, sino que debe tenerse también en cuenta qué ocurre en las fábricas, cuáles son los materiales extraídos para cada una de las piezas, el proceso a través del cual se ha obtenido la energía, incluso la forma de conducir.

En España, la presencia de los coches eléctricos ya es una realidad. En ciudades con altos niveles de contaminación, como Madrid o Barcelona, se está intentando impulsar el uso de este vehículo mediante la instalación de puntos de recarga. Además, todo lo que envuelve el sector automovilístico está ya adaptado al coche eléctrico, como el sector de los seguros de coche.

Por eso resulta de lo más interesante el trabajo realizado en Francia por Ademe, que compara vehículos de gasolina, diesel y eléctricos desde que se fabrican hasta que terminan en el desguace.

El estudio, que ha sido desarrollado por la consultora PE International y Gingko21, se ha llevado a cabo en Francia y Alemania para tratar de dar una visión referencial de toda Europa. Además, aparte del Análisis de Ciclo de Vida de los vehículos en 2012, el trabajo incluye una previsión para 2020, con evaluaciones específicas para la contaminación local en las ciudades europeas, el ruido y los metales críticos.

La primera prueba que hay que tener en cuenta para comparar los vehículos de gasolina, diésel y eléctricos es su consumo global de energía primaria. Pues, pese a que el coche eléctrico es más eficiente durante su uso, consume más energía primaria durante su fabricación. No obstante, con el tiempo, van ganando terreno en eficiencia a los de gasolina y diésel.

La siguiente variable analizada es la emisión de gases causantes del cambio climático. Aquí, el vehículo eléctrico comienza con desventaja al salir de fábrica, pero luego mejora posiciones. Claro que esta vez hay mucha diferencia entre el coche que usa la electricidad de Francia (procedente de centrales nucleares) y la de Alemania (cuyas centrales de carbón suben de forma considerable el CO2). Eso significa que conducir un coche eléctrico en París es una buena idea para luchar contra el cambio climático, pero no tanto si se usa por las calles de Berlín.

La tercera variable analizada es el agotamiento de recursos fósiles y el diagnóstico a favor del coche eléctrico es todavía más claro que con las emisiones de CO2. Al no utilizar gasolina, el vehículo eléctrico depende menos de los combustibles fósiles, pero esto solo se cumple de verdad si luego la electricidad para recargar las baterías no se genera con combustibles fósiles (centrales de gas o carbón).