‘Fracking’: ¿todo vale?

A falta de una traducción al español, el término en inglés «fracking» se refiere a la extracción de gas natural no convencional mediante una fractura hidráulica.

Esta fractura consiste en incrustar un tubo en forma de ele a una profundidad determinada de entre 1500 y 6000 metros. Una vez que se llega a las capas donde hay piedra pizarra (otro de los nombre que se le da es gas pizarra), se bombea agua sometida a una gran presión y mezclada con diferentes aditivos químicos para resquebrajar las formaciones de pizarra de manera que se produzcan movimientos, que hagan que salga gas. Un gas que asciende a través del propio tubo (aunque siempre habrá un porcentaje de fugas) y es que el que se usará para su uso doméstico o industrial.

Aunque este método existe y se usa desde los años 30 en EE.UU (de manera poco práctica, hasta que en los 80 el método se perfeccionó y sí se logró rentabilizarlo), ha sido en los últimos meses cuando nos hemos acostumbrado a oírlo y leerlo en diferentes medios y publicaciones de carácter general. Y desde posiciones bastantes extremas, tanto a favor como en su contra. Sin ser un experto en ello y sin poder por ello posicionarme, ni mucho menos, vamos a intentar explicar qué es lo que puede conseguir, pero también qué es lo que puede suponer un uso masivo de la fracturación hidráulica:

 – principalmente y para variar, el «fracking» es dinero, mucho dinero. Si se pudiera calcular, estaría en torno a la cantidad que correspondería a que España se autoabasteciera de gas durante casi 40 años (según fuentes del diario EL PAÍS). Vamos, un auténtico «pastizal». Cantabria, Asturias, Euskadi, meseta norte y alrededores de los Pirineos son las zonas donde se están empezando a realizar estudios de prospección para las explotaciones de este gas.

Pero este vuelco en la explotación del gas no convencional no es solo atribuible a España. Gran parte de Europa Central, América Latina y del Norte, y extensas zonas de Asia son candidatas perfectas para la extracción del «shale gas» (la forma inglesa de denominación).

¿Qué ventajas que conllevaría la explotación de este gas? Es obvio: menordependencia energética del exterior, posible bajada del precio del gas, como ocurrió en EE.UU, y una nueva fuente de ingresos, no tanto para el Estado, sino para las empresas que exploten esos yacimientos… Tanto es así, que las grandes multinacionales petroleras o de explotaciones de hidrocarburos están literalmente «enloquecidas» con el hallazgo, y están intensificando los estudios para la optimización de su método de extracción a través del «fracking».

Hasta aquí todo más o menos bien. Pero ahora vienen los contras…

Más allá de la posible politización en torno a diferentes grupos de presión (los «lobbies» de uno y otro lado) en torno al sí o el no al «fracking», hay un hecho objetivo a remarcar: los defensores a ultranza de este método extractivo han de contemplar como otros grupos de presión del signo contrario han inundado las redes sociales de documentales, (el célebre «Gasland», que se puede ver en «youtube»), las pantallas de cine con una película como «Promised Land» (2012) protagonizada por Matt Damon, y numerosísimas webs y artículos demostrativos donde diferentes expertos y afectados exponen sus argumentos, y se explayan en las consecuencias medio ambientales e incluso de salud pública del «fracking». No es difícil, por tanto, no destacar como principales, las siguientes contrapartidas:

  • elevadísimo consumo de agua (recurso escaso, llueva mucho o poco en España)
  • empleo de aditivos químicos peligrosos
  • generación de importantes cantidades de aguas residuales contaminadas, que han de ser tratadas, almacenadas y vertidas o transportadas
  • posible riesgo de contaminación de suelos, acuíferos subterráneos, que afectarían a la población y/o ganado cercano
  • emisiones de gases de efecto invernadero: aún no se sabe con certeza cuánto metano se fugaría en cada una de las explotaciones
  • ruido, impacto paisajístico durante todo el proceso de explotación
  • posibilidad de riesgo sísmico al alterar la posición de las capas subterráneas de la corteza terrestre

¿Es como para pensárselo bien, no?

Habrá que estar atentos a cómo durante los próximos meses se desarrollan los acontecimientos en torno al «fracking».