Si eliges moto acuática, asegúrate bien

Aunque aún nos queda toda una primavera por delante más de uno ya está planificando sus vacaciones de verano. Y con eso de la crisis surgen ideas entre peregrinas e innovadoras muy típicas de las interminables tertulias de sobremesa de los fines de semana.

Lo último que me ha llegado es que para gastar menos en vacaciones una opción que empieza a ganar adeptos es la de comprar una moto acuática… decisión que suele apuntalarse con la frase «que, además, podremos disfrutar toda la familia». No digo yo que no pero es evidente que la cultura de «motos acuáticas» del entorno en el que nos movemos -a pesar de vivir en uno de los países del mundo con más costa- no es nuestro fuerte. Aunque parezca sencillo, no es tan fácil manejar uno de estos bólidos marítimos que hemos idealizado a base de ver películas de estupendos rubios y rubias americanas en las costas de Miami.

Y como no es tan fácil conducir una moto acuática, enseguida comprobamos que el alto riesgo que supone pilotarla obliga al propietario de toda embarcación de recreo o deportiva a suscribir un seguro de responsabilidad civil por daños personales o materiales a terceros. Sí -antes de que me lo preguntes- las motos acuáticas entran de lleno en el apartado de este tipo de embarcaciones; así que si decides convertirte tú y tu familia en moteros de la costa (se incluyen pantanos, embalses, ríos y riachuelos…), ya puedes ir pensando que junto con la moto necesitas un seguro sí o sí.

Ya me imagino que como aún no has sufrido ni has sido testigo de ningún accidente de moto acuática en tu vida, lo primero a lo que estarás siendo tentado es a prescindir de ese gasto tan «inútil». Para evitar que caigas en una tentación tan tentadora (la de no suscribir el seguro, no la de comprar la moto) vamos a repasar lo que podría ocurrir cuando uno se sube a una de esas máquinas propulsadas que se deslizan por el agua como si nada las pudiera detener excepto la voluntad de su timonel.

De entrada las motos acuáticas se encuentran en puertos o instalaciones marítimas donde amarran otras embarcaciones de todo tipo. Es decir, hay posibilidades de que se rocen incluso de que choquen entre ellas. Un seguro nos protege de estas eventualidades.

Pero, además, resulta que junto a las motos acuáticas suelen practicar los aficionados al surf, winsurf y kitesurf, es decir personas sobre tablas sobre el agua que -a pesar de las zonas acotadas para cada especialidad- podrían sufrir algún percance por colisión con las motos acuáticas.

Incluso las personas que sencillamente se bañan en el mar, nadadores y buceadores en sus distintas variedades, podrían ser agredidos sin mala intención ante el uso cada vez más popularizado de las motos acuáticas. Lógicamente también estos posibles riesgos han de tenerse en consideración a la hora de pensar en una póliza de seguros.

También es cierto que determinadas circunstancias no se contemplan en las coberturas de motos acuáticas. Algunos ejemplos serían las posibles lesiones de las personas que reparen la embarcación o los daños que sufra la moto en el traslado vía terrestre al ser remolcada o sobre un vehículo, los desperfectos por la participación en pruebas y competiciones, incluyendo los entrenamientos, apuestas o desafíos.

¿Compramos la moto acuática sí o no? ¿Por qué no? Lo que no admite duda es la contratación del seguro que lleva aparejado. Vamos a pasarlo más que bien, vamos a disfrutar como nunca, vamos a ir como motos… vale, pero sin necesidad de jugarnos nuestras vacaciones soñadas, el que es sin ninguna duda el mejor momento de ocio del año.