No puedes estar seguro porque no sabes de qué estás seguro

“A salto de mata”, este parece ser el lema de muchos cuando deciden repentinamente salir de compras el típico sábado por la tarde. Van de escaparate en escaparate tan campantes, a ver qué pillan? y así, de igual manera, mucha gente también contrata sus seguros. Están asegurados pero no saben exactamente por qué o para qué.

Los seguros son algo muy serio. No queremos que nos suceda como a esos compradores compulsivos que vuelven a sus casa con camisas que realmente no necesitan o descubren unos días después que el nuevo modelito se parece demasiado al de la vecina. O, muy al contrario, echan en falta los zapatos para la lluvia justo el día que no para de caer agua?

Hay que revisar el “armario de los seguros” y ser consciente en todo momento de nuestras coberturas y evitar las sorpresas de última hora. Comprobarlo es tan sencillo como necesario.

Por ejemplo, no leer la letra pequeña de los seguros es muy comprensible aunque, evidentemente, es algo que nunca justificaremos en este sitio. Por otra parte, si nadie nos ayudó en su día a planificar las distintas coberturas, se entiende hasta cierto punto que desconozcamos cuántos y cuáles son los contratos que poseemos. Todo es disculpable, incluso llegar a pagar seguros duplicados o coberturas solapadas? todo se justifica excepto el desconocimiento de lo que cubre cada uno de ellos.

Si, en mayor o menor medida, fuera nuestro caso, deberíamos revisar las pólizas hasta quedar plenamente satisfechos y tranquilos, motivo básico por el que las contratamos en su momento.

Las razones para ponernos al día en cuestión de seguros son más que elocuentes. Siguiendo el símil de la vestimenta, para qué vamos a acumular corbatas o bolsos iguales si con menos complementos vamos de maravilla y nos ahorramos un dinero? ¿O es que la crisis no va con nosotros? No creo. Y al contrario, ¿por qué complicarse la vida con ese “no sé qué ponerme” para la próxima fiesta o reunión cuando contamos con la prenda perfecta allá en nuestro fondo de armario?

¿Sabías que muchas personas poseen pólizas que les cubrían ante los diversos percances que sufrieron pero que desaprovecharon por no caer en la cuenta, por desconocimiento u olvido? ¿No es tu caso? Puede que sí, puede que no. ¿Seguro que dominas al dedillo tus coberturas? Nunca tendremos absoluta seguridad si ignoramos a qué estamos asegurados y el porqué. De esto que acabo de afirmar sí que estoy seguro, es como la pescadilla que se muerde la cola.

Mi propuesta para vivir seguro la sirvo en estas recomendaciones en formato de sencillos consejos y una fórmula asequible a todos los bolsillos: es cuestión de vencer la pereza y saber bucear un poco entre la documentación de las coberturas contratadas. Prepara una lista por póliza, anota debajo de cada una el contenido y los casos de incidencia que contempla. Una vez repasados todos los contratos -es importante que sean todos- obtendrás un cuadro de doble entrada que nos muestra lo que hemos de hacer, lo superfluo acumulado y, finalmente, lo que probablemente necesites contratar hoy mismo.

¿Y si una vez revisado comprobamos que todo andaba perfectamente al día y controlado? Si es tu caso, te felicito y “no he dicho nada” en todo este artículo. Por cierto, antes de acabar, una pregunta: ¿crees que tu pareja, tus amigos, tus hijos, tus padres o tus conocidos son tan buenos como tú gestionando seguros? Lo dudo mucho y estoy casi, casi, seguro de que no.

No digo más, sólo muchas gracias por haber aguantado hasta aquí. ¡Seguro que habrá servido de algo!