Reinventando la rueda

Cualquier artefacto que lleve ruedas no es un coche. Ni un coche es sólo algo con un volante y con cuatro ruedas. Pero si ambas máquinas se mueven es por algo esencial: porque tienen ruedas. Parece una perogrullada, pero es así.

Dejando atrás los punteros y sofisticados avances tecnológicos que se circunscriben al mundo del motor, el elemento que lo adhiere al suelo y que sigue siendo gran responsable de su capacidad de movimiento son las ruedas; los neumáticos. Y su corazón, las llantas.

Centrados en esos pies “redondos”, recientemente me han llamado la atención dos noticias acerca de la forma y composición de las ruedas. Unos avances que son tan sencillos pero tan eficaces, que parece mentira que a los ingenieros y expertos en diseño no se les haya ocurrido implementarlas antes:

Ruedas más “verdes”

Los neumáticos tradicionales están fabricados de uno de los muchos “frutos” del petróleo: el caucho sintético. Las cubiertas, una vez que han cubierto su período de uso, en la gran mayoría de las ocasiones se tiran sin más, lo que supone un grave perjuicio medioambiental (un neumático puede tardar como mínimo más de 500 años en biodegradarse). Más allá de las posibilidades de nuevos usos como macetero, somier para una cama, o incluso como silla, es conveniente encontrar la fórmula para la utilización de la cubierta más respetuosa con el medio ambiente antes, durante y después de su vida útil. De ahí que la fabricación de una futura generación de neumáticos (por parte de dos de las marcas comerciales con más tradición), y cuyos materiales proceden cada vez menos del petróleo, es una gran noticia. Lo que han conseguido consiste en sustituir un alto porcentaje de cauchos, tanto naturales (agresivos con el medio ambiente en cuanto a su extracción en grandes cantidades), como sintéticos, por otro tipo ya producido previamente. Es decir, han logrado el reciclaje eficaz del propio neumático para otro nuevo.

Cubiertas delgadas, llantas anchas

Sin necesidad de ser físico, casi todos nosotros entendemos que a menor rozamiento, menor consumo de energía… Ha tenido que ser una incesante búsqueda de optimizar los recursos energéticos por encima de cualquier otro valor, para que la tendencia de neumáticos cada vez más grandes y llantas, a la fuerza, mayores también, dé un vuelco. Gracias a la comercialización de dos esperados modelos como el BMW i3 y el Peugeot 208 Hybrid FE, la tendencia ha cambiado el sentido de la marcha. Tanto en el caso del pequeño BMW eléctrico como en el híbrido de la marca del león, los neumáticos de serie que montarán tendrán unas dimensiones bien estrechitas: de 155/70 R19 ó 20 en el modelo alemán, mientras que en el ya modelo superventas de Peugeot, será de 145/65 R19.

Las ventajas de esta considerable reducción en la anchura de la cubierta y del aumento del diámetro de la llanta son claras. Y más si se aplican sobre automóviles que busquen la optimización de los recursos energéticos y el respeto al medio ambiente.

Si aplicamos la ley física que enunciamos al principio, el bajo coeficiente de rozamiento implica menor nivel de ruido, y por tanto de contaminación acústica. Cualquiera podría pensar que al existir menor cantidad de rueda pegada al suelo la estabilidad del auto disminuiría a niveles peligrosos. Pero eso no es así, ya que estos vehículos no están realizados para sobrepasar velocidades mayores de 150 ó 160 km/h, por lo que el agarre y firmeza están garantizados. Y con todas estas novedades llegamos a la palabra mágica de estos tiempos: la eficiencia.

En un mundo donde la explotación y consecución de los recursos cada vez es más caro, complicado y en muchas ocasiones perjudicial para el medio ambiente, es fundamental la necesidad de encontrar nuevas vías y productos óptimos para el equilibrio entre progreso y respeto al planeta en el que vivimos y vivirán nuestros descendientes.