A «darse pilas» con los coches eléctricos

Este año cae en 13 no vamos a caer en futuribles, no vaya a ser. Lo que si que haremos serán unas observaciones acerca de lo que falta, de lo que se necesita para que los chispas despeguen de una vez como se merecen. La primera ventaja será que nuestro medio ambiente mejorará y sobre todo, significaría que nuestra dependencia del petróleo disminuiría, y que dejaremos de ser «sableados» en la gasolinera; el precio del combustible ha alcanzado unos valores que ni que fuera sangre de unicornio… Pero esa es otra historia, que quizás algún día intentemos explicar, o al menos, contextualizar.

Estos son los aspectos a mejorar:

– por el lado institucional o dependiente directamente de la administración, es capital la ampliación del parque de puntos de recarga es la reivindicación más clara y contundente. Pero no sólo quedarse ahí, sino que también hay que impulsar su libre acceso y la transparencia de las tarifas para todo el mundo. Además se necesita una plena compatibilidad de los conectores

– a mejorar también por parte del sector es el de la recarga rápida inalámbrica. Se trata de recortar tiempos en la carga para asemejarlos a los coches de motor térmico. Una vez conseguido esto, los quince minutos de duración para un carga completa se antojan como perfectamente compatibles con el tiempo que se emplea con el surtidor de combustible.

– la continuidad de ayudas y subvenciones estatales en forma de bajos impuestos y ventajas frente a otros tipos de autos es algo indispensable.

Por mi parte, pienso que se deben tomar como punto de partida a las bicis eléctricas, o motos eléctricas. Sería muy interesante ver cómo tanto urbanitas como los jóvenes o incluso adolescentes acceden a un transporte completamente limpio y se «educan» interiorizando el transporte eléctrico como parte del presente y no del siempre postergado futuro. Y por último pero no por ello menos importante; hay que conseguir entre los publicistas y profesionales del marketing algo muy concreto y que apela a lo emocional. A nosotros, los consumidores, clientes, el público, en definitiva, a los conductores, los eléctricos nos tienen que enamorar. Además de usar lo «verde» como elemento diferenciador y el plus de felicidad al hacer un bien individual y colectivo, no pueden olvidar que los eléctricos también son coches. Y que pueden tener un sonido (que se puede poner aunque sea artificial), un tacto, un olor, y una sensación de movimiento similar a los coches de siempre.

Si nos pudimos enamorar de coches tan básicos como un seat 600 o un Citroën 2Cv, hasta llegar a encapricharnos de los superdeportivos que nunca dejarán de existir, porque no podremos hacerlo de lo más fácil, práctico y que en el fondo más nos conviene… Elegir bien nuestro amor, es sinónimo de inteligencia y si compramos un eléctrico, es que no somos ni tontos ni inmaduros…